Perspectiva de género: qué es y por qué implementarla
En los últimos años, hemos sido testigos de distintos avances en materia de género, sin embargo, la igualdad de género todavía no se ha alcanzado y aún queda un largo camino por recorrer.
En la actualidad, las mujeres siguen siendo objeto de representaciones falsas y sus aportes y participación en la sociedad continúan siendo invisibilizados.
Para la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas es el Objetivo de Desarrollo Sotenible N°5: "La igualdad de género no solo es un derecho humano fundamental, sino que es uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible. En todas partes del mundo, las mujeres y las niñas deben tener los mismos derechos y las mismas oportunidades, y deben poder llevar una vida libre de violencia y discriminación. La igualdad y el empoderamiento de las mujeres es uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, y también es un elemento esencial de todas las dimensiones del desarrollo inclusivo y sostenible. En resumen, todos los ODS dependen de que se logre el Objetivo 5".
Este objetivo está acordado universalmente por los Estados Miembros y engloba todos los ámbitos de la paz, el desarrollo y los derechos humanos. Los mandatos sobre la igualdad de género toman como referencia la Carta de las Naciones Unidas, la cual reafirma la igualdad de derechos entre mujeres y hombres.
A través de la Declaración y Plataforma de Acción resultante de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer (Beijing, 1995), los distintos países del mundo se comprometieron a establecer medidas concretas de acción para fomentar una imagen equilibrada y no estereotipada de las mujeres, y abstenerse de presentarlas como seres inferiores o de explotarlas como objetos sexuales y bienes de consumo.
Según la ONU, la igualdad de género es el objetivo de desarrollo general y a largo plazo, mientras que la incorporación de una perspectiva de género es un conjunto de enfoques específicos y estratégicos así como procesos técnicos e institucionales que se deben adoptar para alcanzar este objetivo.
¿Qué es la perspectiva de género?
La perspectiva es una forma de ver o analizar una situación determinada, es un punto de vista desde el que analizamos lo que nos rodea.
La perspectiva de género entonces es el análisis de la realidad realizado desde el género que viene a cuestionar las “verdades absolutas” que naturalizan las desigualdades entre hombres y mujeres.
Busca mostrar que las diferencias entre mujeres y hombres es el resultado de relaciones de poder y de construcciones sociales y culturales que se han establecido a lo largo de la historia.
Podemos entenderla como una herramienta que permite identificar y cuestionar la discriminación, la desigualdad y la exclusión de las mujeres, ayudando a establecer acciones que propongan condiciones de cambio que nos permitan avanzar hacian la construcción de la igualdad de género.
¿Por qué es importante aplicarla?
Aplicar la perspectiva de género nos ayudará a entender cómo operan las representaciones sociales, los prejuicios y estereotipos en cada contexto social.
Históricamente, las mujeres han tenido oportunidades desiguales en el acceso a la educación, trabajo, justicia y salud, entre otros. En la actualidad, si bien existen mejores condiciones dependiendo del país en el que habiten, sus posibilidades de desarrollo siguen siendo disparejas e inequitativas.
Adoptar este enfoque nos hará cuestionar los distintos estereotipos con los que fuimos educadxs y nos abre la posibilidad para el cambio, ayudándonos a comprender cómo se produce la discriminación de las mujeres y las vías para transformarla.
Consecuencias de no adoptar la perspectiva de género:
1) Brecha de Género
La brecha de género es la forma de representar la disparidad que existe entre hombres y mujeres en cuanto a derechos, recursos y oportunidades. En comparación con la mujer, los hombres tienen mayores oportunidades de crecer en su entorno diario.
La falta de acceso a la educación y a oportunidades de trabajo es una de las principales causas que provocan la desigualdad de género en el mundo.
Son diversas las razones que originan la desigualdad entre hombres y mujeres, pero muchas de ellas son culturales y se debe a los estereotipos de género que aún se encuentran fuertemente arraigados en la sociedad.
En sociedades donde predomina la dominación masculina, muchas mujeres y hombres terminan viéndose subordinados y/o excluídos dado que no se ajustan a las formas de masculinidad hegemónica.
La desigualdad de género implica el estancamiento del progreso social, debido a que las mujeres representan la mitad de la población mundial. Como resultado, se termina dejando de lado a más de la mitad del talento, la experiencia y el conocimiento del mundo.
2) Violencia simbólica
La violencia simbólica es la forma naturalizada en la que percibimos y reproducimos las desigualdades de género. Es la idea que tenemos de que es normal que lo masculino sea superior a lo femenino.
Hemos crecido y nos han educado en cosmovisiones patriarcales, en donde todo aquello que tenga rasgos femeninos vale menos que aquello que exprese lo masculino.
La violencia simbólica son los preconceptos, prejuicios, concepciones, ideas que tenemos sobre las relaciones, situaciones y personas en relación con sus roles y estereotipos de género; es decir las expectativas que tenemos sobre sus comportamientos de acuerdo a si su identidad de género es femenina o masculina o su orientación sexual heteronormativa o no.
Esto provoca desigualdades dado que hay una jerarquización de los roles de género: los femeninos y las orientaciones sexuales no heteronormativas son considerados subalternos en relación a los roles de género masculino y la heterosexualidad.
Según Bourdieu, la violencia simbólica es el resultado de un trabajo continuo, histórico, de reproducción en el que colaboran agentes singulares (los hombres ejerciendo violencia física o psicológica) e instituciones (familia, iglesia, escuela, estado); y que se establece a partir de la adhesión que el dominado se siente obligado a conceder al dominador ya que las únicas herramientas de las que dispone para pensarse a sí mismo son las que comparte con éste.
La antropóloga feminista Almudena Hernado, menciona que: “la principal trampa del orden social para legitimar las desigualdades consiste en enseñar a todos sus miembros a mirar el mundo a través de la mirada particular de quienes tienen el poder”.
A través de las distintas instituciones, este punto de vista se convierte en la verdad que toda la sociedad reproduce, aunque no se ajuste a la experiencia de quienes no ocupan esa posición de poder. Al concederle valor de verdad al discurso del grupo dominante, se profundiza aún más el efecto de atribuirles a quienes no pertenecen a ese grupo la exclusiva responsabilidad (por incapacidad) de no estar en él.
¿Podemos salirnos de la violencia simbólica?
Para Hernando, la conciencia de la violencia simbólica y de la estructura de poder, sólo se obtendría cuando comprobamos que muchas otras personas están en la misma situación y se plantean las mismas contradicciones y dudas.
Dado que, cuando nos hayamos desprendido de las primeras capas patriarcales, quedarán capas cada vez más profundas que nos llevará a entrar en contradicciones internas, de ahí que será imprescindible una reflexión colectiva que permita detectar los modos a través de los cuales el orden patriarcal se sigue reproduciendo en la actualidad.
La violencia simbólica al igual que los estereotipos de género son formas jerarquizadas de interpretar las identidades de género y las orientaciones sexuales disidentes. Incluso, se podría decir, que la construcción de estereotipos de género discriminatorios y jerarquizados es una consecuencia de la existencia de la violencia simbólica.
3) ¿Qué son los estereotipos?
Rebecca Cook, especialista en cuestiones de género, define a los estereotipos como visiones o preconcepciones sobre determinados atributos o características de los miembros de un grupo en particular o sobre los roles que tales miembros deben cumplir.
Los estereotipos presumen que todas las personas miembros de un cierto grupo social poseen atributos o características particulares o tienen roles específicos. No importa si dichos atributos o características son o no comunes a las personas que conforman el grupo o si sus miembros de hecho, poseen o no tales roles.
Los estereotipos pueden ser una fuente de confusión al limitar la información dado que suelen construirse en base a algunas pocas cualidades de las personas que describen y, muchas veces, estas cualidades no son positivas.
Esto no significa que los estereotipos sean negativos. Debemos trabajar en la ampliación de todos ellos, para comprender que las personas son más complejas que las pocas cualidades que suelen dar de ellas los estereotipos dominantes.
La estereotipación impacta en la construcción de la propia subjetividad y de nuestra forma de ver el mundo, mientras que la estereotipación de género puede desencadenar otras formas de violencia hacia las mujeres.
¿Qué son los estereotipos de género?
Al igual que la violencia simbólica, los estereotipos de género son proceso que tenemos tan naturalizados que es muy difícil su deconstrucción.
La estereotipación de género es la forma “natural” en la que desde niñxs construimos las identidades de género y las asignaciones de orientación sexual acorde a muchísimos estímulos provenientes de nuestro contexto y que a veces entran en colisión con nuestra propia subjetividad.
Crecemos percibiendo y construyendo, acorde a lo que el entorno nos indica, una heteronormatividad que nos generará determinadas expectativas sobre lo masculino y lo femenino y sobre las orientaciones sexuales de las personas.
Con el tiempo, los estereotipos se convierten en una parte profundamente arraigada en nuestro inconsciente de forma tal que los aceptamos sin crítica alguna.
A continuación, enumeramos algunos de los estereotipos de género que a lo largo del tiempo han perpetuado las desigualdades según ONU Mujeres:
1- Diferencia de las remuneraciones según el sexo.
2- Segregación ocupacional.
3- Denegación de ascensos a puestos de liderazgo.
4- Techo de cristal en diferentes profesiones.
5- Tráfico de personas.
6- Casamientos forzados.
7- Mutilación genital femenina.
8- Violencia de género en el ámbito familiar, laboral y los espacios públicos.
Los estereotipos habituales o más comunes de lo femenino son aquellos que las ligan a la reproducción de la vida, a la crianza de hijxs y al mantenimiento del hogar. Por eso se espera de las mujeres fragilidad y sumisión en relación a los varones, que son los únicos que estarían aptos para desempeñarse en el afuera.
El anterior estereotipo también puede tener una contrafigura: la de la mujer reducida a sus atributos físicos y sexuales. El estereotipo de la mujer-objeto se encuentra limitado en sus posibilidades de desarrollo intelectual.
Panorama actual
Si bien en los últimos años se modificó el estereotipo tradicional de lo femenino, la sociedad aún no asimila estas transformaciones. En la actualidad no se han diseñado estructuras sociales, educativas y políticas que contengan la necesaria redistribución de tareas dentro del hogar para que la mujer pueda ocupar espacios en la vida pública.
En el caso de los varones, las investigaciones señalan que viene creciendo su involucramiento en algunos aspectos de la crianza y del sostenimiento del hogar, aunque no en todos. De todas formas, las mismas investigaciones señalan que aún no es equitativa la inversión de mujeres y varones en tareas de crianza y cuidado.
En relación a las personas con identidades de género y orientaciones sexuales diversas, hasta el momento el estereotipo predominante en la sociedad y en los medios fue el de la discriminación, invisibilización y anormalidad.
Recién en los últimos años, de la mano del fuerte activismo social y de la aprobación en varios países de normativas que reconocen la diversidad de género, están comenzando a ser visibilizadas sin el atributo de la anormalidad y lo raro.
Pero se trata de un camino que apenas comienza y en algunos países más que en otros, el estereotipo que aún persiste para estos sectores es el de la discriminación.
Una lucha de todxs
Se deben tomar medidas urgentes que reviertan las estructuras de desigualdad en la sociedad que provoca que las crisis impacten con más fuerza sobre las mujeres.
Mirar o analizar cada situación de nuestra vida cotidiana desde la perspectiva de género nos hará plantearnos la necesidad de solucionar las desigualdades que existen entre mujeres y hombres.
Existe una creciente evidencia que muestra que las mujeres no solo llevan la peor parte de la pobreza, sino que el empoderamiento de las mujeres es una condición previa central para su eliminación.
La ocupación de los espacios de poder por un grupo hegemónico implica una hegemonía de la visión del mundo, la que tiene ese grupo dominante.
Bajo esta única perspectiva se construyeron las estructuras de poder que dieron forma a nuestras sociedades. El cuestionamiento fundamental a esta concepción del mundo que hoy sigue sustentando las desigualdades de género tiene que ver con la puja por los espacios de poder para construir un mundo más representativo de la diversidad que lo habita.
Reducir las desigualdades fortalecerá nuestras economías, creando sociedades más estables y resistentes, ofreciendo a todas las personas la oportunidad de alcanzar su potencial.
La posibilidad de que las mujeres y los hombres participen en pie de igualdad en la vida social, cultural, política y económica garantizará que las políticas públicas, las normas y prácticas culturales reflejen los intereses y experiencias de ambos géneros.
La igualdad de género debe ser el objetivo de toda la sociedad. Hay muchas pequeñas acciones para promover la igualdad de género que cada unx de nostrxs podemos poner en práctica en nuestra vida cotidiana.
ONU Mujeres propone 12 pequeñas acciones con gran impacto para la Generación de Igualdad:
1) Dividí por igual las tareas domésticas.
2) Denunciá los casos de sexismo y acoso.
3) Rechazá el binarismo de género.
4) Exigí una cultura de igualdad en tu trabajo.
5) Ejercé tus derechos políticos.
6) Comprá con responsabilidad.
7) Ampliá tu consumo de libros, películas y otros medios feministas.
8) Enseñales a las niñas lo valiosas que son.
9) Desafiá el significado de "ser un hombre".
10) Comprometete con una causa.
11) Desafiá los estándares de belleza.
12) Respetá las decisiones de las demás personas.
Ejecutemos estas acciones y luchemos todxs juntxs por un mundo más inclusivo y justo.