De la economía lineal a la economía circular
En la actualidad, el mundo se encuentra inmerso en una crisis ambiental producto del calentamiento global. La crisis climática inducida por el comportamiento humano está causando grandes estragos en la naturaleza y afectando a millones de vidas en todo el planeta.
La acumulación de bienes por parte de un porcentaje mínimo de la población mundial y la falta de acceso y oportunidad de la mayoría, provocaron grandes desigualdades y problemas éticos.
Las reacciones de la Madre Tierra son infinitas y cada día será peor e irreversible. Necesitamos reeducarnos y actuar para devolverle su vitalidad vulnerada a través de una política regeneradora de cuidado, empatía y propósito.
Es preciso dar sentido a la vida y respetar los ritmos de la naturaleza, es preciso despertar la sensibilidad para cambiar el modelo productivo y de consumo.
¿Cómo fue el proceso vincular económico hasta hoy?
Desde la revolución industrial, las consecuencias derivadas del uso de fuentes de origen de energía fósil son muchas: agotamiento de los recursos naturales, dificultad de abastecimiento, dependencia energética y contaminación ambiental.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), “los combustibles fósiles comprenden el 80% de la demanda actual de energía primaria a nivel mundial y el sistema energético es la fuente de aproximadamente dos tercios de las emisiones globales de CO2”.
Si estas tendencias se mantienen y la demanda de energía se duplica para 2050, las emisiones tendrán consecuencias climáticas desastrosas para el planeta. De modo que debemos implementar medidas urgentes para frenar esta problemática.
Si bien la ONU afirma que la necesidad de reducir las emisiones no excluye el uso de combustibles fósiles, precisamos un cambio significativo de dirección. “La eficiencia energética y las energías renovables a menudo se posicionan como las únicas soluciones para cumplir los objetivos del clima en el sistema energético, pero no son suficientes”.
La Agenda 2030 de la ONU nos invita a la concientización, a evolucionar en el compromiso y a movilizarnos hacia la sostenibilidad para transitar de una economía lineal a una economía circular.
¿Qué es la economía lineal?
La economía lineal es el modelo productivo tradicional a partir del cual para fabricar productos se extraen materias primas, se produce y luego se desecha, sin tener en cuenta la huella ambiental y sus consecuencias.
Este modelo prioriza el beneficio económico en detrimento de la sostenibilidad, ya que los productos se fabrican con la finalidad de ser usados y desechados. Esto a la larga termina provocando escasez en los recursos y la acumulación de basura tóxica.
Modelos como estos son insostenibles. La sobreexplotación no permite la recuperación de la biósfera dado que se consume a mayor velocidad de lo que puede regenerarse.
Y, como si esto no fuera suficiente, la economía lineal causa una mayor desigualdad de oportunidades y un aumento de la pobreza.
La economía circular: un modelo económico que no pone en peligro al medio ambiente
La humanidad debería transitar hacia la economía circular, para producir y consumir lo suficiente a partir de la adopción de prácticas sostenibles.
La economía circular se presenta como una alternativa a la economía lineal, dado que en sus procesos de diseño, producción y consumo tiene como objetivo la sostenibilidad.
Los principios que rigen este modelo durante la fabricación de sus productos son:
- Utilización de la menor energía posible y que esta provenga de fuentes renovables.
- Uso de materias primas no contaminantes.
- Que la vida útil de estos productos no sea limitada.
- Que cada uno de sus productos tengan la posibilidad de repararse y reciclarse.
La economía circular se basa en producir con el menor impacto medioambiental posible, tratando de que su sistema de producción deje la menor huella de carbono en el planeta.
Para poder llevar a cabo este modelo se tienen en cuenta tres importantes ejes:
1) Reducir: Reducir el consumo de productos que puedan generar algún tipo de efecto contaminante en el planeta.
2) Reutilizar: Reutilizar lo que más se pueda. La mayoría de los materiales que se usan a diario pueden ser reutilizados de alguna manera. Se trata de pensar circularmente en nuevos usos.
3) Reciclar: Reciclar los materiales de desecho en materia prima o en otros productos, de modo de extender su vida útil y combatir la acumulación de desechos en el mundo. Es necesario cambiar el paradigma para encontrar un nuevo uso a las cosas.
Además la economía circular se fundamenta en estos otros principios básicos:
A) Longevidad: Ser más conscientes con nuestras elecciones. Elegir productos con ciclo de vida útil a largo plazo con un diseño para la durabilidad.
B) Renovación: Podemos renovar y reciclar.
C) Recuperación: Todo vuelve al circuito, nada es residuo.
D) Remodelación: Proceso de transformación.
E) Capacidad compartida: El desafío es dejar de ser instituciones estáticas para transformarse en espacios innovadores colaborativos que puedan vivenciar experiencias interactivas, inmersivas y participativas. Con un compromiso empático donde se guíen más por la mano tendida y capital social.
F) Desmaterialización: Reducir la escala de producción, la Pachamama es finita y observamos que el crecimiento actual es destructivo para el buen equilibrio ecológico. Cambiar el sentimiento de la escasez a la abundancia. Perder el miedo de no tener, la naturaleza provee suficientes bienes armoniosamente.
Las diferencias entre un modelo y otro son claras: mientras que en la economía lineal se prioriza la rentabilidad sin preocuparse por el ciclo de vida del producto, en la economía circular se apuesta por la sostenibilidad.
¿Estamos a tiempo de generar un cambio de paradigma?
La emergencia medioambiental que está atravesando el planeta nos hace preguntarnos cómo podemos influir positivamente en el desarrollo sostenible. En primer lugar, debemos entender que la solución a los problemas que impiden el desarrollo sostenible no deberían restringirse solo a las grandes empresas. Cada uno de nosotres de alguna u otra forma podemos contribuir con nuestras acciones. El planeta nos necesita a todes.
Es necesario que cada uno de los distintos actores que participan en la sociedad se comprometan a lograr un desarrollo verdaderamente sostenible.
El cambio de paradigma a la biodiversidad no viene solo. Requiere reeducarnos en la conciencia ecológica, educarnos en la compasión y en la capacidad de sentir lo que le pasa al otro.
Recordar que somos naturaleza. La naturaleza no está separada de nosotres, estamos incluidos en ella, somos parte, estamos involucrados y atravesados por la vida.
La ONU promueve un Pacto Global a los actores para que aborden roles y retos con el objetivo de reducir los problemas sociales, ambientales y económicos. La agenda 2030 propone movilizar recursos para alcanzar las metas contenidas en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y lograr así una integralidad en el desarrollo humano.
En el Objetivo de Desarrollo Sostenible N°12, la ONU menciona que “todo lo que producimos y consumimos tiene una repercusión positiva o negativa en la economía, el medio ambiente y el desarrollo social. El uso de modalidades de consumo y producción sostenibles aumenta la eficiencia y productividad, asegura que las actividades humanas se mantengan dentro de la capacidad de sustentación del planeta y se respetan los derechos de las generaciones futuras”.
El consumo y la producción sostenibles significan hacer más y mejores cosas con menos recursos. La sostenibilidad engloba este objetivo de desvincular sistemáticamente el crecimiento económico de la utilización creciente de los recursos y la degradación del medio ambiente, a fin de “hacer más con menos”.
Esta desvinculación se logrará mediante la reducción del uso intensivo de materiales y energía en las actividades económicas actuales y la reducción de las emisiones y los desechos provenientes de la extracción, la producción, el consumo y la eliminación.
Al utilizar el enfoque del ciclo de vida como instrumento para lograr el consumo y la producción sostenibles, se tomarán medidas para influir en la oferta y la demanda de los productos sostenibles y evitar la redistribución de la carga entre las diferentes etapas del ciclo de vida de los productos.
En definitiva, el desarrollo sustentable es garantizar que las decisiones que tomamos hoy permitan a las generaciones futuras vivir una vida sana, equitativa y feliz.
¿Cómo podemos incentivar la sustentabilidad donde la economía sea creadora de valor social y ambiental?
Debemos luchar por cambios de hábitos que impacten no sólo en la forma de consumir sino, sobre todo, en la formas de diseñar y producir. El compromiso es desde nuestro interior hacia afuera, por un nuevo nacimiento con valores, por el uso sostenible y el desarrollo sustentable.
Según un estudio realizado por Mercado Libre en Argentina, aumentó aproximadamente un 200% la cantidad de vendedores con responsabilidad y quienes piensan en el triple impacto (social, medioambiental y económico).
Los propios consumidores le comienzan a exigir a las marcas una transición hacia la sostenibilidad. La elección de productos y servicios las realizan en base a su impacto ambiental y social, atendiendo el comportamiento de las empresas encargadas de su producción.
Según la encuesta de la consultora global Win y Voices ! Argentina (2022), el 84 % de los argentinos asegura que las acciones personales pueden mejorar el medio ambiente y la mitad de los encuestados piensan que puede detener el calentamiento global a pesar que la mayoría afirman que las empresas y el gobierno tienen poco interés en la sustentabilidad.
Además, desean conocer las acciones de las empresas y la mayoría plantea que los comportamientos socialmente responsables influyen en sus decisiones de compra.
En los últimos 5 años ha habido un aumento de las personas que consumen de manera consciente y responsable. Se trata de un nuevo tipo de consumidor que comienza a optar por aquellas marcas que reflejen valores aún cuando tengan que renunciar a precios más bajos.
De esta manera, existe un mayor consumo responsable donde los clientes comienzan a mostrar interés en purificadores de agua, paneles solares y composteras, al mismo tiempo en que crece la venta de cepillos de bambú y los productos de huerta orgánica o agroecológica son cada vez más demandados.
¿Qué podemos hacer como consumidores?
Es importante que como consumidores elijamos empresas éticas y que sus negocios o acciones no impacten negativamente en el ambiente, social y económico.
Es fundamental cambiar el comportamiento lineal hacia la circularidad. ¿Cómo? Manteniendo el valor del servicio o producto en vez de destruirlo cuando terminemos de usar el mismo.
Como clientes motivados por el estado de la naturaleza debemos priorizar un consumo responsable. Cada vez que decidimos comprar, debemos preguntarnos:
- ¿Cómo fue producido? Si contamina, si se utiliza materiales renovables, si utilizan materias primas locales, si utilizan energías renovables, etc
- ¿Qué impacto genera con su consumo? Si es de larga duración, si consume mucha energía, si se puede reparar, etc.
- ¿Quién lo fabricó u ofreció el servicio? Si emplea a personas mayores, vulnerables o discapacitadxs, si es una ONGs, si es una cooperativa, si es una empresa de triple impacto, etc.
- ¿Cuánto residuo genera post uso? Si es biodegradable o compostable, si es reutilizable, etc
- ¿Cuál es el beneficio asociado? Si se puede alquilar, si hay una disminución de la emisión de Carbono, si es de comercio justo y equitativo y otros beneficios.
¿Cómo podemos generar un cambio si tenemos una organización?
Un ejemplo de una empresa con triple impacto es el caso de Biopapel, esta compañia mexicana se encarga de producir papel y cartón de modo sustentable y sostenible. Es impulsora de una economía verde con una emisión baja de carbono y produce sin cortar árboles ni cañas de azúcar.
Además, propicia la economía circular y trabaja en alianza con instituciones educativas como proveedores de insumos. Tanto los clientes internos como externos están satisfechos con su política y eligen trabajar dentro de la empresa y consumir sus productos.
En empresas más pequeñas como las Pymes, instituciones, organizaciones o microemprendedores se puede trabajar con responsabilidad social con objetivos de desarrollo sostenible:
- Innovando en las relaciones contractuales y de los actores sociales institucionales ya sea privados o públicos, comunidad y del tercer sector.
- Trabajando en redes. La red es poder, permite apalancar y eficientizar el alcance de los objetivos. Permitiría co-crear y re-crear un formato colaborativo asociativo de modo multidisciplinario, inter y transdisciplinarios.
- Estimulando la participación de nuevos colectivos, organizaciones e iniciativas híbridas. Con la práctica colectiva se aprende a diagnosticar, se invita a pensar, a la escucha activa, a reflexionar, a comprender, a debatir, a negociar, a consensuar, a emocionarnos y aprender.
Con la tecnología emergente se crean nuevas formas de movernos, de comunicarnos, de crear valores y de distribuir. El mundo de hoy es volátil con muchas incertidumbres, es complejo, es veloz y ambiguo.
Por lo tanto, nos obliga a repensar en modelos de gestión con prácticas disruptivas y con triple impacto, social, económico y ambiental.
Debemos pensar en las distintas variables subjetivas, en medidas como Capital social, Calidad de Vida y Social así como en el porcentaje de participación de las mujeres, de las personas mayores o de los discapacitadxs.
No es una carrera hacia objetivos. El proceso es lo que importa cuyo camino sugiere ir hacia adelante o retrotraer según necesidades, nos invita a aprender con el hacer y en constante movimiento.
Ahora que sabemos cómo influyen nuestras decisiones o indiferencia en el futuro, ¿Qué hábito estás dispuestx a modificar por otro más sustentable? ¿Elegirías empresas socialmente responsables a la hora de realizar una compra?